Las palabras iniciales de la directora
de la mesa, Rosa Massagué, de El Periódico de
Catalunya, en las que admite que las amenazas para la profesión
habían estado presentes en los debates previos del
diálogo “Información, poder y ética”,
dan una idea de la importancia y pertinencia de este debate
en estos momentos.
En turnos de diez minutos cada uno, los conferenciantes
expusieron sus ideas sobre las dificultades actuales del
periodismo centrándose en la prensa escrita. Abrió
las intervenciones Joan Carles Rius, quien destacó
tres peligros claros: la información como espectáculo
por la influencia televisiva, la dificultad de conectar
con el nuevo público y los esquemas todavía
antiguos por los que se rige el periodismo escrito. Sin
embargo, a su juicio el gran riesgo para la prensa radica
en la pérdida de su función crítica.
A Rius le sucedió un simpático
David Randall, que, entre alusiones a David Beckham, cargó
contra los localismos periodísticos en defensa de
las tesis de su libro El Periodista Universal. “Sólo
hay dos tipos de periodistas, los buenos y los malos”,
declaró el subdirector del dominical de The Independent.
Según él, los malos son los que esperan a
las noticias sentados en su despacho, dedicándose
a leer las hojas de prensa y que no se han enterado que
procesos como la globalización son reales y de que
ya no sirven los nacionalismos periodísticos. Los
buenos son los que “levantan la calidad intelectual
de nuestro trabajo”, los que van a los lugares a contar
lo que ven aunque no sea lo que queiren leer los que mandan.
“El periodismo siempre está
en crisis y en peligro, por eso necesita una permanente
adaptación al cambio” aseguró Bieito
Rubido, que insistió que esa perpetua mutabilidad
es la esencia de la profesión. Acto seguido afirmó
sin reparos que la prensa no va a desaparecer y, que por
lo tanto, el peligro, no es tan grande. Sin embargo, en
un arranque de autocrítica muy poco frecuente en
la prensa española mencionó “la pérdida
de profundidad que los periodistas estamos perpetrando”.
Su lista de principales amenazas para la profesión,
reducida por la falta de tiempo, no tuvo desperdicio: la
dependencia económica, la pérdida del valor
de las redacciones, despreocupación por la formación,
censura o superconcentración de los medios, entre
muchas otras.
Para rematar las intervenciones, Aidan White,
presidente de la Federación Internacional de Periodistas,
aludió rápidamente a las amenazas hacia los
periodistas en muchos países. Habló de la
globalización y la concentración de los medios
en unos pocos grandes conglomerados de empresas multimedia,
y de cómo eso hace que la tarea del periodista sea
más difícil por no disponer del tiempo suficiente
para entregar una información de calidad. También
insistió en la necesidad de una ética que
centró en tres valores: la verdad, la independencia
y tener en cuenta las consecuencias de lo que se escribe.