Pese a que la biomasa térmica no es la energía renovable con más peso dentro del mix energético, es una tecnología indispensable en algunos ámbitos industriales como la generación de calor y de vapor a costes competitivos. Ofrece, además, facilidad de implementación frente a las grandes inversiones que demandan la eólica o la solar, y es fácil de integrar en la edificación. Hablamos de sus posibilidades con Ferran Garrigosa, gerente del Clúster de Biomasa de Cataluña y director del Máster en Ingeniería y Gestión de las Energías Renovables de IL3-UB
La biomasa como sector energético, es la única de las energías renovables que ha aguantado la crisis económica y no ha parado de crecer en los últimos años. Así lo explica Ferran Garrigosa, quien destaca que esta tecnología de generación energética renovable vive un momento crucial de cara a la consolidación de su propuesta. Según el Clúster, hoy en día la biomasa se enfrenta a 10 retos claves:
- Evolucionar desde una tecnología en desarrollo a una propuesta viable y consolidada para el sector industrial. Ello implicará la reformulación de normativas existentes que dejan de ser válidas o el establecer mecanismos que eviten el intrusismo o la mala praxis.
- Explotar la oportunidad de desarrollo que representa el sector industrial. A nivel general, el consumo energético sigue estando muy vinculado a un factor climatológico, ámbito en el que la biomasa puede aportar pero de manera limitada. El sector industrial, en cambio, con ciclos de consumo determinados por procesos productivos es un entorno más natural de adopción de esta tecnología.
- Necesidad de superar el proteccionismo de la gestión forestal. Con responsabilidad, el Clúster plantea diseñar un nuevo escenario que dé alas a la biomasa.
- Sobreponerse a las barreras que plantea la competencia, que ve esta fuente de energía como amenaza a cuotas de mercado bastante estables.
- Generar confianza en el consumidor para derribar la percepción que las renovables no ofrecen suministro estable.
- Apostar por la formación de los profesionales del sector, y de quienes tienen la responsabilidad de decisión en relación a las inversiones energéticas, con el objetivo que descubran todas las posibilidades de la biomasa.
- Mayor control a las emisiones de las calderas de biomasa, con el objetivo de contrarrestar la tendencia a la prohibición que se está viviendo en la actualidad.
- Que las empresas del sector hagan una apuesta decidida por la I+D+i. Que la tecnología funcione hoy no quiere decir que se ha de parar en su evolución.
- Involucrar a la Administración para que se comprometa en el desarrollo de proyectos a largo plazo, aprovechando también, la bajada coyuntural de los precios del combustible fósil.
- Aumentar el número de instalaciones de biomasa, para que no se mantenga la paradoja que más del 50% de la producción deba ser exportada por falta de mercado a nivel local.
En opinión de Ferran Garrigosa, además de la propia tecnología, la fuerza del sector de la biomasa radica en que es un mercado que ha conseguido estar “regulado libremente por la oferta y la demanda, sin ayudas de ningún tipo y dónde el recurso está en manos de muchos”. Por eso le sorprende que en territorios como Cataluña, donde el 64% de la superficie es forestal, apenas un 1% de la actividad económica se deriva de la explotación de los bosques, biomasa incluida. Para revertir esta situación desde el Clúster hacen mención a tres ámbitos claves de trabajo: el impulso de políticas de apoyo para un desarrollo sostenible y progresivo de las empresas del sector; la mejora tecnológica de los equipos, maquinaria y modelos de gestión, y por último, la apuesta por modelos de ‘economía circular’, es decir, la valorización de residuos para obtener subproductos que puedan combustionarse en las calderas de biomasa.
